Cada vez más niños enfrentan dificultades emocionales o de aprendizaje que no se detectan a tiempo. Esta omisión puede derivar en baja autoestima, bajo rendimiento escolar y problemas para socializar. Por ello, la prevención temprana en bienestar emocional se ha convertido en una necesidad urgente para muchas familias.
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) estima que entre el 10 % y el 20 % de niños y adolescentes en el mundo padecen algún trastorno de salud mental, y que la mitad de estos trastornos comienzan antes de los 14 años. En América Latina, 2 de cada 3 niños entre 1 y 14 años son expuestos a disciplina violenta en el hogar, lo que incrementa los riesgos emocionales si no hay un entorno de contención adecuado.
En Ecuador, la segunda edición de la encuesta nacional Tu Voz, Tus Derechos 2023, desarrollada por World Vision Ecuador y el Ministerio de Educación, con más de 240.000 participantes en las 24 provincias del país, reveló que el 76 % de niños y adolescentes se considera feliz, pero también alertó que el 12 % se siente estresado, el 6 % cansado y el 2 % triste. Estas cifras evidencian que, aunque el panorama emocional general parece positivo, existe una proporción importante de menores que vive en riesgo emocional sin ser atendido.
¿Por qué prevenir desde la infancia?
La salud emocional infantil se refiere a la capacidad de expresar emociones, adaptarse a los cambios, manejar frustraciones y convivir de forma sana con los demás. Esta etapa es clave porque el cerebro se encuentra en desarrollo y responde mejor a intervenciones oportunas. Cuando no se detectan señales como retraimiento, cambios abruptos de conducta o dificultades de concentración, los niños pueden cargar con estas emociones hasta la adolescencia o adultez, afectando su bienestar general.
Estas disciplinas permiten actuar antes de que los problemas escalen. A través de evaluaciones periódicas, orientación familiar y apoyo escolar, es posible identificar a tiempo dificultades como dislexia, TDAH, ansiedad infantil o signos de depresión. La intervención temprana no solo evita que los síntomas se agraven, sino que fortalece la autoestima, el aprendizaje y las habilidades sociales del niño. Comenta la Dra. Maria Mercedes Ganán, Directora de Inteligencia Clínica de Ecuasanitas.
En respuesta a esta realidad, Ecuasanitas ha desarrollado paquetes de prevención temprana que incluyen acceso a consultas psicológicas y psicopedagógicas especializadas, orientación a padres y evaluaciones escolares.
“Invertir en el bienestar emocional de los niños es una de las decisiones más acertadas que pueden tomar las familias. Queremos acompañarlos en ese camino con herramientas concretas que ayuden a prevenir, diagnosticar y tratar a tiempo cualquier dificultad emocional o de aprendizaje”, afirma la Dra. Ganán, especialista de Ecuasanitas
Los padres y cuidadores cumplen un rol fundamental en la detección temprana. La experta alerta sobre algunas acciones claves que marcan la diferencia:
- Observar cambios de comportamiento: irritabilidad, aislamiento, alteraciones en el sueño o apetito son señales de alerta.
- Abrir espacios de diálogo: hablar con los hijos sobre sus emociones sin juicios fomenta la confianza.
- Buscar apoyo profesional a tiempo: acudir a psicólogos o psicopedagogos ante cualquier duda evita complicaciones a futuro.
La niñez en Ecuador vive hoy una realidad emocional compleja, donde muchos niños se sienten felices, pero una parte significativa lidia con emociones difíciles en silencio. Ante este panorama, es indispensable que hogares, escuelas y profesionales actúen como una red de prevención y contención. Fomentar espacios seguros para expresar emociones, capacitar a padres, docentes y normalizar la búsqueda de ayuda psicológica desde edades tempranas resulta clave para construir una generación emocionalmente fuerte. Prevenir a tiempo garantiza que cada niño tenga la oportunidad de crecer en bienestar, con autoestima, con herramientas emocionales y en un entorno que lo acompañe en su desarrollo.








