La evaluación del desempeño suele percibirse como un trámite administrativo o, en algunos casos, como una fuente de estrés para los colaboradores y líderes. Sin embargo, “cuando se aborda con una perspectiva estratégica, puede transformarse en una herramienta poderosa para impulsar el crecimiento individual y organizacional”, menciona el experto Sebastián Lima, director Business Solutions de SGF Global, en Ecuador.
A continuación, destacamos algunas recomendaciones para la evaluación anual del personal:
- Más allá del diagnóstico: Construir un plan de acción, en lugar de limitarse a identificar debilidades, las evaluaciones deben centrarse en oportunidades de mejora. Esto implica establecer metas concretas, realistas y alineadas con los objetivos de la empresa. Para cargos directivos, es esencial incluir metas de desarrollo en liderazgo, comunicación y gestión del cambio.
- Promover una cultura de retroalimentación continua: Las evaluaciones no deben ser eventos aislados. Fomentar un flujo constante de retroalimentación, tanto ascendente como descendente, ayuda a construir confianza e identificar problemas antes de que escalen. Esto es especialmente útil para cargos directivos, ya que les permite ajustar su estilo de liderazgo con base en las necesidades del equipo.
- Vincular la evaluación con oportunidades de desarrollo: Una evaluación efectiva debe ir acompañada de recursos que permitan a los colaboradores cerrar brechas de habilidades. Esto puede incluir capacitaciones, mentorías o coaching ejecutivo para los líderes. De esta manera, el proceso no solo identifica áreas de mejora, sino que habilita a las personas para superarlas.
- Reconocer logros y fortalecer el compromiso: “Ojo, no todo es crítica; una evaluación equilibrada debe destacar los logros individuales y de equipo”, añade el especialista de SGF. Esto refuerza la motivación y el compromiso, especialmente en posiciones de liderazgo, donde el reconocimiento público puede inspirar al resto de la organización.
Al convertir la evaluación en una herramienta constructiva y orientada al futuro, las empresas pueden crear un entorno donde cada persona, desde los colaboradores hasta los líderes, ver el proceso como un trampolín hacia el crecimiento y el éxito compartido. La clave está en escuchar, actuar y construir juntos.